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Aterrizando En La Luna

El Oír Con Fe

Aterrizando En La Luna

Juan Jhoshua | Martes, 3 De Junio 2014

1028 Palabras , 7.5 Minutos

Así un hombre tiene un coche super modificado de alta potencia. Otro hombre tiene el mismo coche exacto, parte por parte. Ellos decideron a correr. Ambos hablan tortazo y expresaron tanto que querían ganar. “No hay nada como el sabor de la victoria”, dice uno. “Me encanta sencillamente la velocidad… y pues, dejarte comer el humo de mi motor”, dice el otro. Preparados… listos… ya! Un hombre empieza mucho más rápido y deja que el otro hombre se queda atrás. Él le lame una vez, luego dos veces y luego una tercera vez antes de la carrera a una milla es terminado. El otro hombre era muy competitivo, él realmente quería ganar, pero en lugar de volar alrededor del asfalto a velocidades increíbles, él se sentó allí. El problema sencillo era que no tenía combustible. Ni una gota. El otro hombre tenía el tanque lleno.

Como mi familia y yo viajamos a muchos lugares nos conocemos con miles de personas. Personas que puedan estar en situaciones desesperadas o que están enfrentando a un problema complejo, pero, no obstante, están creados en la imagen de Dios y tienen la misma capacidad de acceder a Su amor y poder que todos tenemos. Es como si son propietarios de una máquina de alta potencia, super modificado, capaz de llevarlos a cualquier lugar que quieren ir, pero allí se sientan sin mover. Me dicen cuánto quieren la esperanza y la vida y la alegría de vivir de por el Jesús resucitado. Pero eso es lo más cerca que llegan a experimentarlo, hablando de ello. Esto es trágico. Si quieres “IR” a algun lugar, necesitas el combustible, amigo. Necesitas inspiración. 

Pablo dice que hay una mezcla que resulta tanto en la velocidad y la propulsión. Es el combustible para mover nuestras carcasas perezosas. Dos elementos combinados: EL OÍR + FE = EL CAMBIO. Pablo explica cómo toda una generación en el Antiguo Testamento escuchó la palabra de Dios, sino porque no se unieron en la fe, todos ellos cayó muerto mientras vagaban en medio de algún desierto (Heb.4:2). Mucha gente me dice ” Yo tengo fe, Juan “, pero su incapacidad de poder IR quita toda la realidad de sus palabras. La fe no es una opinión que tienes acerca de la existencia de Dios, mi amigo. Es la acción. Es un compromiso a la obediencia a la Persona viva, Jesús. Es un momento en que TÚ decides responder a Dios.

1. El Oír:

Una persona más o menos habla de 13.000 palabras por día. Cientos de miles más se hablan por aquellos a nuestro alrededor. Tantas palabras pueden hacer que todas las palabras pierden su significado. Palabras entran y salen de tu cerebro como abejas en una colmena. Además de esto, nuestras opiniones nos engañan al pensar que no tenemos “necesidad” de escuchar nada. “Tengo mis opiniones, tengo todo arreglado y es que es.” Si tal es tu actitud, que nunca vas a oír nada. ¿Podrías tú dejar todo a un lado para poder oír una voz que cambiará tu vida? Jesús dice: “Si alguno oye estas palabras mías …” ( Mt.7 : 24 ). “… Si alguno … ” inmediatamente indica que la mayoría no va a escuchar. Pero si alguien lo hace, hay otro paso que se debe tomar.

La gente se pregunta por qué Dios parece silencioso. El hecho es que ha hablado y sigue hablando de muchas maneras (Heb.4:12, Ps.19:1,). Es tú quien está silencioso. Hay cosas constantes alredador de nosotros y nuestra propia conciencia dentro de nuestro que nos hablan. Más que esto, en extender la mano y la apertura de un libro puede traer la misma voz de Dios a ti en cualquier momento que decides. Y aún más, Dios es tan profundo en Su misericordia y rico en Su amor que Él obra en cada una de nuestras vidas de una manera específica para hablarnos de Él. Si no lo oyes, es porque el ruído de tus abejas está zumbando demasiado alto para escuchar. La verdadera pregunta es; vas a responder? No tienes que hacer nada que puedes hacer, pero tienes que hacer lo puedes hacer. 

2. Fe:

Entonces la pregunta es, si escuchas la voz del Padre en alguna forma, ¿cuál será tu respuesta? Si necesitas ideas, lees Hebreos 11. El valor por defecto de nuestra naturaleza es cuando oímos algo acerca de las cosas de Dios lo guardamos en el  “archivo” bajo la categoría ” no es realmente algo que puedo hacer” y “Me gustaría probablemente hacer algo, pero probablemente no soy capáz”. ¿Suena familiar? La fe es lo contrario. Es el niño que salta y dice “Y quiero!”. Cuando todo dentro de ti dice que es demasiado lejos y demasiado difícil, es la fe, en lugar decir : “Listo, Señor! ¿cómo puedo hacer esto? Ayúdame. Muestrame. Vamos.” La fe es simplemente está cambiando tu enfoque de TI, a ÉL. Cuando escuches, en lugar de pensar ” ¿cómo puedo hacer esto?”, pregunta a Jesús “¿cómo puedo hacer esto?”.

La ecuación :

¿Sabes cuántas personas pusieron pie en la luna? 1200? No. 500? Ni cerca. 100? Tampoco…. 12! Doce personas han puesto sus pies en la luna. Siete mil millones en la tierra, pero sólo una docena han tenido el raro privilegio de un viaje más allá de los límites de nuestra planeta. Este amigo mío, es lo que Dios te ofrece, en cuando mezclas el oír con creer. No te llevará al mercado en la esquina para comprar un pancito, sino es el combustible de cohete que le llevará a un lugar más especial de la luna. Donde puedes ver cosas que no has visto y pocas personas jamás verán y poder poner tu pie en otro mundo. Un lugar de interacción directaemente con el Dios vivo. Es la entrada a la vida eterna (Mt.11:25). Es la única forma en que las cosas que has visto y oído de mi familia, y en el Evangelio pueden llegar a ser real en tu vida. Es la actitud que responde a Dios con acción en lugar de la inacción. Jesús concluye con “El que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre que edificó su casa sobre la roca” (Mt.7:21). El resultado de tal elección es tan especial como el aterrizaje en la luna. La mayoría nunca sabrá tal experiencia. Pero para los pocos que se atreven a escuchar así y así responder, se les dará un asiento en primera fila de la gloria del Dios vivo. Lee el Nuevo Testamento. Elije oír. Cuando oyes. Elije a creer.

 

Gracias por leer,

Juan

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